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lunes, 20 de enero de 2014

Desahogándome sin salir del agua (tres: la realidad improsperable)

ADVERTENCIA: esta entrada está escrita con una ortografía medianamente aceptable, raro de ver en este blog. ¿por qué está tan mal escrita? porque es para descargarme, y tengo una mala costumbre de que tengo que decirle a alguien cómo me siento, alguien de confianza. Hoy, ustedes, los lectores, serán los que lean mi estado de ánimo. Disfruten, bastardos.


   ¿Por qué preocuparme pensando en ella cuando en otro continente, a miles de kilómetros, se encuentra una hermosa mujer holandesa recogiendo flores en un campo colorido? ¿por qué darle tantas vueltas a un asunto que debería de haberse cerrado hace ya un tiempo, como si de un caso en la corte se tratase?

   Tenía otro par de preguntas más para ustedes, infelices carentes de materia gris, pero decidí dejar los cuestionamientos para mi mismo y mi peligrosa contraparte que ahora duerme como un bebe. Es tan tonto como una persona puede llegar a importarte tanto, creo que el querer es un sentimiento que los seres humanos poseemos por el simple hecho de que no todo pueden ser campanas sobre campanas. Algo malo teníamos que tener, un defecto de fábrica, como dicen por ahí vosotros mismos, ingratos con sonrisas falsas. ¿Que el querer es un sentimiento extremadamente hermoso? pues en parte lo es, pero por otro lado es una daga con doble filo, un barril de 2-dimetil-4-fenil-4,4,6-ciclohexanotrienol (y por cierto, eso existe realmente), entre otras guarradas que mi mente vomita de a poco como si fuera un ebrio detrás de un puesto de comida chatarra a las dos de la mañana.

    ¡Me duelen los ojos! la re-puta que te parió, pedazo de boluda, indecente, innenarrablemente bella, asquerosa entidad que no está a mi altura, que jamás me entenderá... y que no sé por qué me sigo empeñando en buscar. Quizás no deje de hacerlo, o bueno, la última palabra a veces no la tenemos nosotros. Hace un rato estaba por cometer una estupidez (no, bestia de dos patas que lee esto, no iba a suicidarme), me puse mi tan amado suéter negro, cogí la pequeña lata y salí a mi balcón. Allí solo miré la civilización durante unos minutos, regresé, y acá estoy, no mucho después, desahogándome públicamente después de varios meses. ¡Qué suerte tienes de que no lo hice! sucia, cochina, malhablada, hermosa, bruja, mal... no sé de qué otras formas llamarte; pero te odio.

   Luego de masturbarme vorazmente como si fuera día de acción de gracias, decidí poner una almohada sobre mi cabeza, tapando mis párpados cerrados de la luz artificial que emana de la bombilla de mi habitación. Ahora agilizo el paso de mis letras, pero no dejo de sentir lo mismo que sentí al momento que me despedí de ti; no sé si te necesite realmente, quizás esa imagen que me enviaste hace no mucho no aplique para mi como para ti. Si no estuviera cansado, irritable, con la espalda encorvada, las voces familiares cerca mío molestándome innecesariamente, y demás factores: me haría daño. Si, más allá de consumir drogas, llorar, lamentarme como el perro enfermo que alguna vez fui, me haría daño físicamente para reafirmar cuan importante eres para mi (seguramente sabes y recuerdas de memoria el nombre de la única persona por la cual me he hecho daño de manera negativa, y si, ella y solo ella tiene ese título, que no es muy de portar con orgullo). 

    Voy a decirte lo que siento y lo que más me pone enojado que venga de tu parte, hay cosas que ya sabes, pero hay otras que son el doble de estúpidas o "pavadas" como tú prefieres llamarlas, y que me afectan de igual forma, y tal vez más. Primero, nada de comillas a menos que de verdad lo requiera algo, de resto "ODIO LAS COMILLAS". Segundo, tu humor es tan básico y carente de Sátira real que solo tu en tu mundo lo entiendes, me recuerdas a Calamardo cuando, en un episodio de Bob Esponja, actuaba tocando su clarinete en un show para recaudar fondos en el Krustáceo Kascarudo; y cuando salía a escena, nadie aplaudía, no era un acto interesante, ¿has visto ese episodio? bueno pues algo así eres tú; y aunque no lo creas esas pavadas tontas que tu llamas "BROMAS", me duelen realmente, en el fondo es como si plantaras una semilla en mi Sistema Nervioso y fuera creciendo a una velocidad casi de récord, y cuando llega a una cierta estatura, tu plantación me consume el buen humor, la alegría y la fe en ti. Básicamente es así. Tercero, eres algo Hipócrita aunque quizás no te des cuenta de eso. No quiero dar ejemplos y poner pruebas, pues las ganas de pensar se me van, pero yo sé lo que digo, "CRÉEME" (? (?

   Por ahora no se me ocurre más nada, pero hey, ¡qué hago yo escribiéndote esto a ti! si esto es un desahogo, volvamos al inicio. ¿De qué me sirve seguir pensando en ti para que de un momento a otro todo parezca irse por la borda? ¿por qué seguir sintiendo cosas lindas? ¿para qué seguir yendo todas las noches a dormir pensando en ti? es ridículo, la vida no tiene sentido y ya lo sabes, pero peor aún es... es ese hecho, la muerte. Cuando muramos ya todo se habrá acabado, aunque nuestro destino sea irnos juntos a la tumba, solo seremos huesos que posteriormente se convertirán en polvo, y ese polvo acabará en los estómagos de ciertos insectos. Estaremos separados, porque no sabemos que hay más allá del túnel, y si podamos verlo tomados de la mano. Es todo tan tonto, estas palabras serán opacadas por otras mucho más ingeniadas en una entrada mejor, y entonces pasaré por acá sin ser escuchado, como buena parte ha pasado en mi corta vida. Mi irritabilidad ha disminuido en algo, pero eso no quita que mis pensamientos tan egocéntricos y prepotentes me nublen de lo que siento o quiero dejar de sentir, y puede que deba agradecerlo, puesto que me estoy dando cuenta de algo que ni a mi me agrada: tal vez no eres la chica para mi. ¿Y si tengo razón, y el destino solo nos hizo coincidir en esta vida de lejos? ¿y si jamás llegamos? ¡pero es que a dónde habría que llegar! si dentro de un siglo ambos estaremos bajo tierra. 

   No pensé que esto fuera tan corto, quisiera que esta publicación terminara siendo Vietnam en medio de la guerra, pero me quedaré con las ganas. Espero que lo leas, y pues creo que ya me siento algo mejor, más calmado... pero el ceño sigue fruncido. ¡Feliz días o felices sueños a tod@s!

-El misántropo autor. 


viernes, 17 de enero de 2014

Personajes históricos: Jael, el ángel golpeado


   ¡Cuántas figuras interesantes no hay en Alejandría! quizás y seguramente me pase horas y horas nombrando, describiendo y contando hazañas de tanto personajes, cada uno distinto al anterior. Me vienen varios a la mente ahora mismo, así que cerraré los ojos y, al azar, escogeré a alguien en quien pensaré y corroboraré datos gracias a mis anaqueles repletos de historia, todo en pocos minutos. Como una gran enciclopedia. 

   Uno, dos, tres... una chica. Cuatro, cinco, seis... con los cabellos del color del fuego. Siete, ocho, nueve... su luz jamás se apagará.

   Jael Ándria Planchart (Libourne, Francia; 19 de octubre de 110 d. Z. - Chittagong, Bangladesh; 3 de marzo de 157 d. Z.), es un personaje que, aunque no fue tan simbólica en vida, sus acciones, pensamientos y sentimientos recíprocos la llevaron a ocupar una de las posiciones más elevadas dentro de la jerarquía celestial, conocida por ser el lugar a donde iremos y donde pasaremos el resto de la eternidad ocupando un cargo predilecto después de nuestra muerte. No importa si en nuestra siguiente vida nacemos como un hermoso pavo real, o una niña cuyo ardo destino sea la violación y la mutilación por parte de un hombre adulto con problemas mentales, nuestra alma, que se pasea de generación en generación, siempre terminará en un mismo lugar: o muy arriba de nuestras mentes, o muy abajo de nuestros deseos. A Jael le tocó irse muy arriba, demasiado que hasta casi pareciera mentira que una mujer que ocultaba un secreto que fue considerado como un pecado capital por la nobleza alejandrina, pudiera terminar en una posición más alta que los mismos reyes del mundo antiguo. 

   Quizás debería contar un poco de quién fue mientras su cuerpo se movía libre en el mundo. Jael nació en Libourne, un municipio de la región de Aquitania, en la antigua Francia. Su vida fue una desgracia con descansos prolongados desde su infancia hasta su casi adultez, época en las que tuvo que enfrentar la muerte de su madre, la pérdida de su inocencia tras ver como cuatro soldados de la armada skáfida desmembraban animales en los corrales y gallineros del Norte de Bilbao (donde tuvo que irse a vivir junto con su padre y sus dos hermanas mayores), los constantes maltratos de su familia, los abusos y burlas de los otros niños, adolescentes, orfebres, herreros y una buena parte de las personas con quienes convivía, quienes consideraban a esta jovencita como una persona muy extraña, alejada de la realidad o de lo que ellos podrían tomar como "normal". El especial hecho del asesinato de los animales hizo que Jael detestara, a temprana edad, a la milicia, la guerra, la violencia y los sistemas de gobierno monárquicos. Pero no solo eso, sino que perturbó su mente en el fondo (imaginaos recibir un fuerte regaño y luego no saber qué hacer, donde meter la cabeza. Con la diferencia de que esto fue un sentir mucho más profundo, que prevaleció en su subconsciente impidiéndole hacer o ver ciertas cosas). Pero ella no podía negar que tenía algo que otras personas no, seguía siendo una persona tímida cuando cumplió la mayoría de edad, pero poco a poco se iba dando cuenta de su extraña habilidad para ver cosas que nadie más podía, o de escuchar voces que le susurraban cuidadosamente detalles minúsculos acerca del futuro, y que ella debía darle mil vueltas hasta descifrarlos, como pistas. Esto no la asustaba, Jael siempre se fascinó con tener contacto con el mundo de los espíritus, con vivir experiencias paranormales o ver más de cerca a la muerte. Esta habilidad, que fue entrenada día a día por ella, llamó la atención de los habitantes de Andorra (donde vivió sus primeros años siendo una mujer adulta), luego de que venciera a un estafador callejero en su propio juego, adivinando dónde estaba el dado, desmantelando trucos de cartas, o leyendo pensamientos inclusive. La simple casualidad hizo que este hecho llevara a otro todavía más grande, los soldados de la armada alejandrina española no pudieron evitar tomarla como una "prisionera" y luego trasladarla de vuelta a Francia, a Marsella, donde dos de los caballeros de mesa (allegados más cercanos y soldados más importantes de la Nobleza alejandrina) fueron a verla, y tras estudiarla cual rata en una jaula, su impresión solo pudo ser callada por las palabras de la armada española, sugiriéndoles que se la llevaran al castillo de Nueva Alejandría, en Egipto. ¡Vaya problema! pero lo hicieron, los muy desgraciados. 

   Lo siguiente es conocido por cualquier persona que haya estado en el museo de Alejandría al menos una vez; Jael creció y maduró mentalmente para convertirse en una consejera, observadora y exploradora al servicio del imperio alejandrino. Qué curioso sabiendo que ella repudiaba a los imperios, monarquías y jerarquías, sin embargo no sabía qué hacer con su vida exactamente. Y esa especie de poder que cada vez dominaba más la llamaba, la hacía curiosear un poco más, poniendo un pie delante de otro, bajando unas escaleras hacia un sótano. En Egipto recibió un entrenamiento psicológico intensivo, donde aprendió a llegar a un estado de meditación conocido como el Ferla, practicado y perfeccionado por los monarcas y entidades más inteligentes, a través de los años. Aprendió a controlar su imaginación tan tocada de la perinola que poseía, su alegría dejó de rebotar con la misma fuerza y comenzó a entrar a pequeños miniversos repletos de conocimiento desalentador e interesante, todo eso, al final, sirvió para formar a una mujer astuta y despreocupada por la vida, por la que todos mataban, pero que no podía decidir cuando terminaba la vida de algún individuo, lo cual no estaba muy bien. Esas voces se hacían un poco más constantes, le arrojaban más detalles acerca de su futuro, y el futuro de las personas más cercanas a ella, comenzaba a inquietarla un poco, y de no ser por lo que había aprendido y el camino que había recorrido, nomas bastaban cinco minutos para terminar consigo misma clavándose un puñal con veneno. Que digo cinco, dos; uno... nada, nada en realidad. Así como sus virtudes se hicieron ver, sus defectos se ocultaron más. Ella decidió guardarlos en un cofre de madera, y no enseñárselos a nadie; no podía gritar por ayuda, no quería. Sin embargo, y como dije al principio, no fue un personaje extremadamente relevante. De hecho, la astrónoma, filósofa y exploradora betánica Nicole Orozco, que tenía la misma edad que Jael, es conocida y recordada de manera histórica estando viva por el hecho de que sus investigaciones y razonamientos desembocaron en lo que hoy es el Horóscopo. Eso por poner solo un ejemplo.

    ¿Por qué es un personaje histórico Jael? primero por lo que se dio a conocer en el último año de su vida, y por lo que hubo luego de ella. En el 156 d. Z. Jael es mandada a la India, donde, y a mediados de muchos conflictos entre alejandrinos, betánicos y vanistas, ella serviría como una vidente y fiel consejera de los Capitanes y Almirantes en busca de una victoria parcial sobre los demás imperios (la India siempre fue un territorio muy debatido, fue uno de los países con más conflictos en el mundo). Para llegar al lado del país donde los alejandrinos estaban asentados, tenía que desembarcar en las playas de Chittagong, en Bangladesh. Tocó la arena el día 28 de noviembre, junto con varios soldados alejandrinos quienes la acompañaban y servirían de refuerzo. Para ese momento ya era una amaestrada, experimentada y solitaria mujer de 46 años. Lamentablemente, y por razones desconocidas hasta la fecha, Jael nunca pisó la India; se le ordenó quedarse en la ciudad de Chittagong, a donde le llegaban cartas de los asentados en la India con las instrucciones para su trabajo. Ella enviaba su contribución a través de otras cartas, por más difícil que fuera hacerlo sin tener una visión completa de las cosas. Le gustaba mucho escribir, siempre llevó consigo ese amor por las letras que se incrustaban en el papel. Al tiempo que residía en la ciudad, y durante casi toda su vida prácticamente, escribía en lo que tuviera a mano, fuera lo que fuese, ella no dejaba de descargar sentimientos paralelos a lo que mostraba a los demás. Era tan impactante, que cuando la armada alejandrina le descubrió sus documentos personales, no lo podían creer. No parecía la misma persona sonriente y observadora, misionera y servicial. Esta era una Jael poco tajante, brusca, pesimista, acrecentada y llena de resentimiento ciego. Algo parecido al que era el Rey de Alejandría en ese momento, Alejandro Magno II. Este impacto tuvo lugar ya en el 157 d. Z.

   Cuando la descubrieron, se sintió observada por el planeta entero. Habían hallado un secreto que había ocultado toda su vida, eran 46 años de tener una "doble vida", por así decirlo. Por más que el asunto fuera meramente personal, la armada establecida en la India y en Bangladesh decidió informar a la monarquía de Egipto. El Rey no se lo esperaba, pero su sorpresa dejó de fluir cuando pensó de quién estaban hablando, era la mujer que siempre le había servido con una sonrisa en la boca aunque la petición fuera aconsejarle a un depresivo trastornado de por vida cuál camino tomar: matarse o seguir sufriendo. Algo tenía que ocultarle a todos, o no a todos, pero si a una buena parte de la gente. Pero no, el Rey no se esperaba que haya sido tan cerrada durante tanto tiempo con las personas que le habían confiado y enseñado tanto. Sus razones no justificaban realmente algo así. Alejandro no pudo entenderlo realmente, pues todo pensamiento humano termina en el pensamiento humano. Decidió hacer el viaje personalmente a Chittagong, él solo, una confrontación de uno contra uno. 

   Jael Planchart murió asesinada por el mismísimo Rey de Alejandría, el mismo que la miró tan familiarmente cuando el mundo de afuera la había mirado con desprecio. El pasado y la secuencia de momentos que tenía en la mente no fueron una excusa a la hora de acabar con su más valiosa consejera: la noche del 3 de marzo de 157 d. Z. fue a verle en la posada donde se quedaban ella y los demás solados. Antes de sentarse en la mesa, se tomó la molestia de servir dos vasos con agua. A uno le puso Benceno líquido en una cantidad no muy grande (el Benceno es una sustancia venenosa y cancerígena). Tras sentarse, la miró una antepenúltima vez, mientras la confrontaba con una voz retórica acerca de su secreto, todavía algo indeciso de querer hacer lo que había ido a hacer en realidad. Tras confesarle una parte de la verdad, pero con miedo, Jael recibió el vaso de agua de parte del Rey, este la miró una penúltima vez mientras se lo acercaba. Se bebió todo el líquido, bañó sus labios con saliva y respiró más aliviada. el Rey no dijo otra palabra, ni levantó la cabeza, solo agudizó sus orejas para escuchar como, varios segundos más tarde, Jael se levantaba bruscamente de la silla y se agachaba a escupir y hacer sonidos agonizantes, algo la estaba quemando por dentro. Su estómago y su garganta se abrían en pequeñas lesiones, haciendo que sangrara. Alejandro tuvo que taparse los oídos, porque por más frío que fuera, no era sencillo soportar los alaridos de ayuda que le pedía una persona con la que había convivido años. No esperó mucho para levantarse y así verla por última vez, antes de tomarla por la garganta, sacar una daga con el mango de Oro, y clavársela en las costillas derechas. En eso su ojos dejaron de emitir vida, y su sonrisa se apagó permanentemente. Él la dejó caer, teniendo un recuerdo de ella antes de irse: un chorro de sangre saliendo a borbotones de sus costillas y manchando el suelo. No se giró, pues sufriría mucho al ver su cuerpo tirado, simplemente evitó parpadear y se marchó, haciendo de cuenta de que era una víctima que conocía desde hacía 20 minutos. Dejando una linda historia atrás, una historia con un final muy oscuro.

   Lo siguiente también se conoce si se ha ido al museo de Alejandría al menos una vez, Jael encontró un lindo final después de todo. La jerarquía celestial la tomó como un diamante en bruto, limpiándola de pecados y reconstruyendo sus heridas, echando muy lejos sus malos recuerdos y borrando todo rastro de impureza que pudiera tener. La Diosa Zaira la hizo el Espíritu Santo, patrona del planeta tierra, ángel supremo cuidadora de todos los seres humanos, principada de todas las naciones y territorios habidos y por haber, consejera del verdugo de los pecadores y conciencia de los recién nacidos. Las personas vivas lo pueden sentir, y no es para menos que los alejandrinos se sintieran... de 1001 formas al sentir lo mismo, al sentirla a ella una vez más, con intenciones verdaderas. Con todo el poder que posee, podía haber aniquilado a Alejandro muy fácil, pero quiso dejarlo vivo un poco más, quizás para que cambiara el rumbo de su vida, madurara más y aprendiera de sus discípulos; o quizás para que le dolieran los huesos del sufrimiento venidero. Pero conociendo a Jael, o al menos guiándome por cómo se le recuerda, pienso que es lo primero.  

-El misántropo autor.



domingo, 5 de enero de 2014

Caminando a ciegas (historia real)


El pensaba, tan tranquilo como siempre; bueno, en realidad su serenidad se debía a la droga que estaba consumiendo. 

Sus pensamientos no eran malos, no le atormentaban, a pesar de la pelea que había tenido recientemente, él estaba calmado como una pequeña hoja del escaso monte que yacía bajo su mirada, a pocos metros de distancia, dando a su balcón.

Su abrigo le quedaba a la medida, parecía un pre adolescente de 12 años cuando entra a su primer año de secundaria, bastante dócil e inocente.

Escuchaba música, los auriculares negros como su ropaje eran algo incómodos, pero los acomodaba con suavidad para no lastimar sus orejas, era cuidadoso evitando cortar un cable incorrecto que le hiciera estallar como una bomba lacrimógena, tal y como hacía un rato.

Esa canción, esa voz, Henry D´Arthenay le hacía recordar a una época no muy distante y alegre, en la que una chica, quien fuera ángel caída alguna vez, le abrió las puertas a una forma encarecidamente prismática de ver la vida, a través de conversaciones a veces largas, a veces cortas, pero que eran del disfrute de ambos.

Sus músculos se relajaban ferozmente con el pasar de los segundos, de los minutos, se sentía fuera de su estancia, ya no estaba en San Fernando. Veía lo que ya había visto noches atrás, pero con unos ojos distintos a los de antes; escuchaba lo que siempre había escuchado todas las noches a esas horas, pero con un sonido diferente; observaba su ambiente de convivencia diaria, pero al mismo tiempo sabía que estaba poniendo los pies sobre un paisaje transformado y cambiado a voluntad de él, de su mente.

Observó a un autobús pasar, puertas cerradas, ventanas oscuras, humano al volante. ¿Qué tenía este vehículo de distinto con los demás? quizás que cuando se perdió en el otro extremo de la calle, él perdió una oportunidad más de montarlo e ir hacia su destino, perdió la oportunidad de alejarse, cuando otros fueron los que se alejaron de él. Algo no le permitía hacer lo mismo.

De repente aparece un gato, un felino, un animal. Asoma su cabeza y un poco de su cuerpo cerca de la casa vecina, ve hacia un lado, y él le clava la vista. El animal camina sin prisa hacia ese monte, el monte que estaba a pocos metros de él, de su balcón. Pareciera que aún no se da cuenta de que una presencia lo observa en la oscuridad, pero, ¿y si es la presencia quién está siendo observada en realidad?

Lo llama, hace un sonido con ayuda de su lengua para captar su atención, el gato alza un poco la cabeza y lo ve a él, él le hace una seña con dos dedos diciéndole que se acerque. El felino le saca la mirada de encima y continúa con su labor de acurrucarse sobre el monte.

Sigue escuchando la música, repite la misma canción una y otra vez, tonos suaves que le llenan la cabeza de buenos recuerdos con su efímero ángel, su arcángel o su principada, hacía pocos meses atrás. 

Pega el cuerpo del muro, se está debilitando físicamente, pero su cerebro no deja de emitir brillo, no deja de emitir pensamientos que desembocan en un río de excitación y notas mentales como: "qué buena es la vida", "qué bien me siento", "quiero tener un gato".

Lo llama por segunda vez, en esta ocasión el animal está un poco más alejado, pero sigue en el monte. Hace el mismo sonido con la lengua y cuando su inesperado acompañante lo mira, él vuelve a pedir con sus dedos que se acerque. Cómo le gustaría acariciarlo un poco, recobrar algo de su sentido del tacto, volverse a sentir vivo y en contacto con otro ser vivo. El gato lo ignora, por segunda vez.

Mueve la cabeza lentamente de un lado a otro, buscando nuevas tierras para ver y transformar, buscando nuevos nombres para dar, buscando nuevos objetos para inventar y hacerles pasar a la historia de un mundo ficticio que solo él y unos pocos esbirros conocen. No encuentra nada que no le resulte familiar, todo está intacto y hay paz, aunque solo sea momentánea.

Pensó en su amada, en la persona con un corazón que quisiera compartirle y un alma pura como el aire que respiraba en ese momento. ¿Dónde estaría la Reina con la que moriría abrazado? ¿existiría aunque fuese? esas dos preguntas rodeaban sus buenos pensamientos con una soga de perdición, de desesperanza. Pero el seguía, jamás se iba a rendir.

Lo llama por tercera vez, pero de su boca sale un suave escupitajo que cae velozmente al suelo, saliva negra. El gato lo ve, y él le hace la misma seña para que se acerque, pensando en que obviamente no lo hará, ya para entonces había perdido las esperanzas en eso, en tener un acompañante. El gato lo ignora, por tercera y última vez. 

Recapacita, si fuera verdad eso de que "a la tercera va la vencida", ¿entonces por qué el gato no se acercó, después de que lo llamó tres veces? ¿por qué sus acompañantes se habían marchado, después de haber sido más de tres en toda su vida? ¿por qué no había tomado ese autobús, después de haber visto más de tres en toda su vida? ¿por qué sus superiores lo veían como un loco confundido, después de haber argumentado cosas cuerdas más de tres veces en toda su vida? ¿por qué seguía vivo, después de intentarse matar más de...? un segundo, ¡NO! no había intentado quitarse la vida más de tres veces, habían sido dos por lo que él recordaba. Entonces miró la calle en la que el autobús había desaparecido y se preguntó: "¿Y si cruzo muy lentamente? tan lento como muevo mi cabeza de un lado a otro esperando a que no vengan autos, esperando para poder caminar hacia una nueva página en mi vida". Se lo imaginó por un segundo, un auto colisionando con su cuerpo. Él cayendo fuertemente en el pavimento y muriendo desangrado, pero con la mirada hacia el cielo, hacia las estrellas. 

Solo bastó un minuto para pensar en esto y el gato ya no estaba, se había marchado, se alejó de él, como otros hicieron en el pasado. Paró la música, se quitó los auriculares, dejó de consumir la extraña sustancia, respiró hondo una vez más mirando a San Fernando desde su balcón, y regresó a la realidad. 


- El misántropo autor.


Esta imagen no es mía, pero es relativo a lo que observaba

                                                  
                                                  

miércoles, 1 de enero de 2014

2014: el año de la tinta


   Esta es mi primera entrada relámpago, no voy a extenderme mucho ni balbucearé cuanta palabrería pase por mi mente a estas horas de la madrugada. Solo quiero desearles a todos mis lectores, tanto de huesos amarillos como casualmente allegados, un feliz año nuevo 2014, un muy fructífero inicio de año y muchos éxitos parciales o metas logradas para todas y todos. 
  
   Los años son como libros, cuyos autores somos nosotros mismos; cada libro se compone de 365 páginas, en donde la trama sufre de altibajos a veces tremendos y otras veces predecibles, pero con una similitud que va más allá de los días festivos, y que además puede variar: el final. Mucha gente no vive el fin de año que quisieran, ya sea por un pleito con sus familias, amigos, el tipo de vida que han decidido llevar, o cuestiones más personales; sin embargo muchas otras personas encuentran las últimas palabras de la página número 365 muy bien escritas y con buena presentación. Eso se llama recibir el nuevo año. El final que decido darle a mis libros siempre ha sido el mismo, y en cierta forma me alegro por ello, pero la monotonía se presenta con un lindo maquillaje que la hace lucir y ver de aquí a China, lo cual no me agrada mucho. Pero vamos, no me puedo quejar demasiado, comparándome con aquellas personas que no encuentran la inspiración adecuada para escribir el final de una saga muy extensa de Epístolas, creo que mis libros se venden muy bien. 

   No quiero decir mucho más, debido a que mucho más no hay para decir. ¿Os gusta esa frase? me acaba de salir en este momento, quizás la pueda usar más adelante para callar bocas de incultos e irrespetuosos que se crean superiores a mi por el hecho de ir a un 24/7 en el gimnasio. No me desviaré por más que mis ganas de producir textos largos vayan aumentando con el pasar de los minutos. Espero que hayan pasado unas felices fiestas, y que la rutina venidera no os vuelva más bestias de lo que ya sois. Feliz vida y escriban con mucho detalle su libro del 2014; os quiere, Alejandro Magno II.


- El misántropo autor.