Change the language

martes, 11 de marzo de 2014

Desahogándome sin salir del agua (cuatro: un libro sin terminar)

ADVERTENCIA: esta entrada está escrita con una ortografía medianamente aceptable, raro de ver en este blog. ¿por qué está tan mal escrita? porque es para descargarme, y tengo una mala costumbre de que tengo que decirle a alguien cómo me siento, alguien de confianza. Hoy, ustedes, los lectores, serán los que lean mi estado de ánimo. Disfruten, bastardos.


   Tienes que ser una maldita niña con suerte, ¿sabes? Para yo rebajarme a esto por ti, no sé cómo lo has hecho. Pero acá está, mi último suspiro dirigido a ti.

   Es patético, vamos a estar claros. Nunca imaginé algo así de tu parte, nunca... y me viene a la mente una vez que te dije que una infidelidad la puedo perdonar, mas una mentira no. Ahora tengo que rectificar eso: no puedo perdonar ni infidelidades, ni mentiras, ni secretos, ni actitudes que no me agraden, ni desobediencia. 

   No haré nada al respecto, absolutamente nada. Si dices que ya no se cruzan tanto y que lo tienes bajo control, he de creerte. Pero otras veces has dicho que entendías, que estaba bien, y que no volvería a suceder... y mira dónde hemos terminado. ¿Entonces cómo confiar en tu palabra de que todo está bajo control? No se puede, ya no se puede. Nunca terminamos de conocer a una persona, ni siquiera a nosotros mismos; en Internet esto es mucho más difícil, por supuesto. Y más si esa persona se empeña en ocultarte a ti, a ti que... que supuestamente eres lo más importante para él/ella. No. No hay un motivo de verdad aceptable como para no decir algo así, ¿no crees? Una situación tan delicada, algo que debe involucrar a ambos, y a más gente en realidad. No, esta ha sido la última gota que dejaré caer; has cruzado una línea que te clasifica en Alejandría como una traidora y una criminal. Sabrías a qué me refiero si tan solo hubieras sabido algo de Alejandría. Una vez más: es patético.

   Es patético que hayan otras personas que sepan más de esto que tú; es patético que tantos meses, tantas cosas que pasamos, las caídas y cómo salimos de ella... todo desperdiciado; es patético cómo me creí todo lo que me decías, cómo puse toda mi confianza en ti, cómo creí que al fin había encontrado a la mujer indicada; es patético e inaceptable el hecho de haber esperado tanto para decirme algo... como eso. No sé cómo sacármelo de la cabeza, esos pensamientos tan asquerosamente reales.  

   Se dice que una vez que estés en el imperio, no puedes salir de él. Eres Alejandrino/a hasta el día que mueras, pero creo que esta vez puedo hacer una excepción, y ponerte en esa pequeña y selectiva lista de personas que tienen más, mucho más que prohibido pisar mis tierras. Y encima... intentas hacerte la víctima tú (ok, eres una clara víctima, reconozcamos eso), sin pensar realmente en cómo esto me afectó, me afecta, y me afectará cada vez que piense en ti. Y si pienso en ti a cada momento... saca conclusiones. No puedo imaginarte como antes, no eres la misma, no sé realmente quién eres. Ya nunca será lo mismo, por más que intentes arreglarlo, por más que yo intente aceptarlo y seguir adelante contigo. Jamás volveré a verte con la misma ternura, el mismo cariño; esta piedra que has tirado, ha sido por lejos, la más grande de todas.

   Mis esperanzas sobre ti son nulas ya, no existen. Ha sido un error que alguna vez existieran. Ahora recuerdo todas las conversaciones que hemos tenido, las notas de audio, las video llamadas... y me pregunto: ¿de qué ha servido? Todo culmina aparentemente aquí. Aquí se tiran a la basura todos esos años que pudimos pasar juntos como Allie y Noah; aquí se desbordan todas las cosas lindas, los momentos lindos, las palabras lindas, todo lo que tuviera un gran brillo y nos involucrara; aquí mueren todos nuestros sueños, nuestro trabajo, esfuerzo y victorias; aquí se acaba todo. ¿Valió la pena? Porque yo opino que no... sinceramente no. 

   Tras despertar, sigo anonadado, dolido. Tomará un tiempo superar esto, y superarte definitivamente a ti. Pensé que ya había encontrado a esa persona que me acompañaría en la gran aventura que me espera dentro de un par de años, pero lo cierto es que las apariencias engañan. Pasé mucho tiempo convenciéndome de que si eras tu, si eras... tenías que ser. Pero no, esta ha sido solo una prueba más de que no eres, una de tantas, incontables. No eres esa persona, no eres la elegida, no eres mi correspondida. No sabes nada tampoco, nunca lo supiste; tantas veces que pude respirar tranquilo pensando en que se acabaría mi tortura psicológica, todas y cada una han sido falsas, pues si supieras realmente, ya te habrías detenido. Y una vez más, mira dónde estamos. Jamás me llames Ale, jamás intentes arreglar algo de nuevo, jamás me busques otra vez; y por sobre todo, sobre todo... Nunca vuelvas a decirme que me amas. Nunca más. Este libro termina acá, a medias, como el anterior que escribí. Decididamente borro esos dos puntos, y queda uno solo. El final.  




No hay comentarios.:

Publicar un comentario