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martes, 1 de octubre de 2013

Un sueño y nada más (parte uno)


27 de Agosto

   -¿Qué sucede? -El rey despertó, empapado, de un sueño.

   Eran las cuatro y veinticinco de la tarde, se levantó de la cama. Mientras su cerebro asimilaba el aire caliente de la habitación, sus ojos veían una triste realidad, una vez más estaba solo. Tras levantarse con un poco de dificultad y salir por la puerta, supo que algo estaba fuera de lo normal. Todo estaba oscuro, podía ver solo gracias a la luz del sol cada vez más tenue de afuera, su espíritu se vestía de gris aquella tarde. Caminaba sin ganas, no tenía los ojos totalmente abiertos, reaccionaba lento... un desastre, parecía un vagabundo. Llegó a la terraza superior. Al entrar, una brisa extremadamente suave y deliciosa le acarició el rosto como si de unas manos se tratasen, respiró profundo desde los pulmones y abrió bien los ojos. Ahora si estaba despierto y animado al ver un clima lúgubre y fresco. Llamó a su águila mensajera, el animal llegó a una velocidad impresionante, despertando más los sentidos del rey a la hora de atajarla con su brazo. Miró su boca y su ceño fruncido; después de los cuervos, el águila era su ave favorita. En realidad, estas criaturas inspiraban un aire de realeza más puro que el de las aves negras. El descendiente de Alejandro Magno pensó en una persona, en alguien para mandarle un mensaje, un recado o una petición. No sentía a nadie cerca, como si todos se hubiesen desvanecido y quedara solo él al mando de un reino vacío. Pensó de nuevo, la última persona con la que había hablado antes de caer en ese sueño extraño y despertar en medio de una soledad distinta a la que estaba acostumbrado. Sin nadie a quien dirigirse, el misántropo protagonista de esta escena movió su muñeca izquierda de la cual salió un polvo negro y, enseguida, una hoja de papel. Repitió la acción con la muñeca derecha dejando salir a la luz, esta vez, una pluma color violeta. Comenzó a escribir, algo sin destinatario y firmado de la siguiente manera: el mejor amigo de la soledad. Al terminar, amarró el trozo de papel (enrollado) con una cinta a una de las patas del águila y, sin rumbo fijo, envió al mensajero a volar. Prontamente quedó fuera de su vista. El rey retornó a la torre. 

-¿Será que ha sido real? ¿de verdad hice eso?

   Despertó, estaba empezando a anochecer y el seguía con el mismo cansancio, pero ¿en verdad se despertó una primera vez aquella tarde? salió de la habitación y notó que algo no andaba bien, todos los pasillos oscuros estaban. Poco veía, decidió crear una llama negra con su mano derecha y así avanzó. Llegó a la terraza superior y el frío que hacía era muy agradable, apagó la llama y se acercó a ver el paisaje. 

-¿A donde han ido todos? -se preguntó él-.Esto está más solitario que un desierto, puedo sentirlo. 

   Más temprano que tarde, el rey notó que en la punta Oeste de la muralla, reposaba su águila mensajera. Su pelaje se movía sincronizadamente con el viento y sus ojos no dejaban escapar a una de las montañas, apenas visible por el poco nivel de luz, que se encontraba detrás del inmenso bosque de abajo. No había luna aquella noche, que lástima. El descendiente de Magno se acercó con algo de inseguridad, el ave no volteó a mirarlo ni puso resistencia cuando el rey levantó una de sus patas para quitarle un trozo de papel algo deteriorado que llevaba consigo. Al abrirlo, el ave salió volando y se perdió entre el viento. El rey leyó, con algo de dificultad, las siguientes palabras:


"Tu carta me ha alegrado. Sentía que, inevitablemente, estaba decayendo en mis demonios. No se que habría sucedido, pero si no hubiera muerto, al menos el dolor se hubiera expandido por gran parte de mis órganos. Llegó esa majestuosa ave blanca, amarilla y café, de ojos fijos y profundos. Se posó sobre mi ventana abierta, y no tuvo que mirarme para decirme que una sorpresa estaba por recibir. Creo en las coincidencias y en el destino, este Universo es realmente fascinante.  Ya tienes quien te escriba, espero que te acuerdes de mi, porque vivo cerca de tu reino".

   Su cara de impresión fue abismal, ¿quién era esta persona? ¿y de qué hablaba con que le había llegado una carta del rey? ¿sucedió realmente entonces? el rey no quería extranjeros o gente impura contactando con él, si esta persona en realidad vivía cerca del reino, el rey temió que si le escribía de nuevo, él o ella decidiera venir de visita. Recordó, sin embargo, que la tolerancia era una de sus mejores cualidades, que los Alejandrinos no son sinónimo de pureza racial o favoritismo a la hora de elegir a sus aliados y guerreros. Por ende, el rey tomó una excelente decisión disfrazada de indiferencia, volver a escribirle. La nueva carta del mandatario decía lo siguiente:


"¿Quién eres? si las casualidades son parte de esta vida, es algo que ya entiendo desde hace mucho. Pero no entiendo algo, ¿cómo has hecho para que mi águila mensajera retornara a mi con tu mensaje? solo yo se como darle ordenes. Como hoy ha sido un día bastante extraño, y no acostumbro a charlar con gente que no conozco, solo te daré una carta para que me digas quien eres, donde estás y cuál es tu propósito al escribirme. Espero tu respuesta". 

   Su águila no venía, por más que él la llamara, esta no aparecía. El cielo ya estaba totalmente oscuro y el rey seguía sintiendo cansancio, pero no iba a esperar hasta el día siguiente para enviar su petición. Juntó sus dos manos y las entrelazó con los dedos pulgares, comenzó a aletear haciendo ilusión a un ave, pocos segundos después un cuervo apareció de sus palmas. El animal era pequeño pero era suficiente para soportar el papel enrollado de manera minuciosa y amarrado a su pata izquierda. Ante sus ojos amarillos puso la primera respuesta del destinatario, el animal la olió y la observó cuidadosamente. Emprendió vuelo y el rey retornó, de nuevo, a la torre.

Continuará...


- El misántropo autor.





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