... de africanos.
Sí, en serio. Gente del África con Internet, buenos celulares, ropa cómoda y un mínimo grado de educación. No es broma. Tuve que ser nebulizado para recobrarme tras un ataque en el que miniversos paralelos hicieron sinapsis como neuronas y murieron.
Es que ver para creer: en África hay más libertad de comunicación y cultura que en Corea del Norte. Pero redondeando los hechos no se hace más que llegar a muchos detalles, cada uno tan curioso en sí, que es merecedor de una reflexión larga.
Una tarde me llega una notificación de WhatsApp. Contrario a lo que esperaba que fuera (alguna de mis perras ladrando), abro y encuentro esto:
Muy apropiada la foto de perfil, ¿eh? |
Básicamente un grupo cualquiera, creado para charlar y conocer gente. Pero este tenía algo distinto, y podía sentirlo en escena, como una puesta de sol. Me contraje y me rasqué las manos y los dedos... como si quisiera brotar algo en mi piel; alguna enfermedad.
Entonces comencé a leer los mensajes nuevos, y me doy cuenta de que no es inglés, español, árabe o alguna lengua conocida... escribían en un dialecto que sonaba a estrangulamiento, a gargajo, a sucio, impuro.
Un chamán lanzándome una maldición |
Me estreñí. Sudé frío. Descubrieron que no soy uno de ellos. Mis ideas divagaron algunos minutos entre si estaban confabulando para matarme o si debían verme como un dios. Tomé estas capturas de pantalla y me fui a la computadora, donde investigué los países de donde provienen esos códigos de área (sin dejar de revisar el grupo, entre temblorosas súplicas mentales).
Mientras veía los miembros del grupo y buscaba los códigos, me recorría un sentimiento parecido al pánico, como nervios que me susurraban "ahora sí, es el fin". Encontré esto:
Sí, confirmé mis sospechas. Gente negra; gente de color; gente con exceso de melanina. Me sorprendí y me asqueé a la vez, porque como dije, mirando las fotos de perfil de los integrantes, parecían personas normales. Personas bien vestidas, con empleo o estudios, un buen celular, acceso a Internet, no esclavizados, con viviendas más o menos decentes si omitimos el calor infernal reflejado en sus miradas. Rayos, gente de buena fe, humildes... con algunos gustos y pensamientos occidentales, como sonreír a la cámara o hacer twerking:
¡Muévelo, Nicki! |
A mí me recuerda a "Diamante de sangre" |
En realidad, no resultaron caníbales, más bien leones enjaulados (nunca mejor dicho). A las horas me salí del grupo, y la experiencia me dejó algunas enseñanzas:
* Los africanos son más aguados que un tailandés en Cúcuta.
* El inglés de los africanos es algo pobre, y padecen de una dislexia importante.
* Los niggas norteamericanos no son ni la mitad de carbones que los verdaderos niggas.
* No todo es como lo pintan en las películas.
* No hay que juzgar a nadie, ni siquiera a un grupo grande de gente, sin antes conocerles.
Sacando algo bueno como un extra de todo esto, puedo decir que he conocido a personas de todos los continentes y he hablado con al menos una persona de cada uno. Enriquecedor este hecho, al fin y al cabo.
Aunque pensándolo bien... la persona que me agregó al grupo sigue siendo un misterio.
— El misántropo autor.
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